martes, 27 de octubre de 2015

OTRO MUNDO ES NECESARIO YA, AQUÍ Y AHORA


Una  compasión con los pobres es como natural en toda persona mentalmente sana.
Pero un compromiso con los pobres  hasta las últimas consecuencias es cosa muy distinta y nace de causas muy diferentes.
Más claro: el cielo sólo puede esperar para aquellos que  en la tierra gozan del favor de una vida resuelta. Pero, para los empobrecidos económicos, ese otro cielo material del que gozan los satisfechos, es ciertamente ya un exigencia “aquí y ahora”.
Y el  no comprender esta radicalidad ha sido el  pecado de omisión  de parte de la izquierda para quienes la pobreza ha sido una daño  colateral que no corre prisa hacerlo desaparecer porque el “cambio” algún día va a llegar.
Es la distinción entre la “izquierda económica”, comprometida con los derechos esenciales del ser humano: alimentación, vivienda, salud y educación. Y la “izquierda  cultural”  preocupada por los derechos individuales y colectivos de quienes ya “pueden vivir”.
Todo esto  lo he aprendido en dos fuentes.

La principal es haber vivido cerca de personas  muy pobres con todo lo que eso significa. No lo he vivido. Solamente he vivido cerca. Y esta es una limitación muy grande pero, también, el efecto ha sido  muy fuerte. Me llenó de interrogantes  muy crueles.
La segunda la lectura desde pequeño,  progresiva de la Biblia, porque fui descubriendo poco a poco lo que es la pobreza desde Dios.
El teólogo José Laguna lo expresa así: “La existencia de un solo pobre vendido a cambio de un par de sandalias (Amós 2,6) pone patas arriba toda la estructura imperial, es un escándalo (añado “para Dios”) de tal envergadura que amenaza la estabilidad mundial”.
Otro mundo es necesario, ya, aquí y ahora. El amor de Dios hacia un pobre, cualquiera, que sufre, tiene que  revolucionar ya, aquí y ahora a la sociedad y, mucho más, si hay un cristiano en ella.


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