viernes, 26 de junio de 2015

FRANCISCO, CAMPESINOS Y PARAGUAY




En  su última carta del Papa Francisco hay un párrafo   que viene como anillo al dedo a algo que está sucediendo en el Paraguay.
El 20 de junio  debiera de haber comenzado el juicio oral sobre la Masacre de Curuguaty donde fueron asesinados 17 paraguayos en los campos de Marina Kue. Once de ellos campesinos y seis policías.
Un juicio muy controvertido, usado por el Senado para quebrar la democracia  cesando al Presidente Fernando Lugo, mediante un golpe de estado parlamentario. El principal argumento para esto fue la Masacre de Curuguaty.
Se acusa a los campesinos de invadir propiedad ajena, de homicidio doloso en grado tentativo y de formar una asociación ilícita para delinquir.
 Las tierras no son privadas sino fiscales, si fue en grado tentativo  no tiene que  haber habido muertos. Y cayendo las dos  primeras acusaciones, la tercera no  tiene sentido.
 Es vox populi que el retraso de la causa por un mes fue para que  los 12 campesinos presos no contaran con el auxilio de Francisco.
Leamos ahora el párrafo 94 de la carta del Papa:
“El rico y el pobre tienen igual dignidad, porque «a los dos los hizo el Señor» (Pr 22,2)... Esto tiene consecuencias prácticas, como las que enunciaron los Obispos de Paraguay: «Todo campesino tiene derecho natural a poseer un lote racional de tierra donde pueda establecer su hogar, trabajar para la subsistencia de su familia y tener seguridad existencial. Este derecho debe estar garantizado para que su ejercicio no sea ilusorio sino real. Lo cual significa que, además del título de propiedad, el campesino debe contar con medios de educación técnica, créditos, seguros y comercialización” (Carta Pastoral de los Obispos Paraguayos, 12-VI-1963).
Nada de eso cumple el actual gobierno del Paraguay con los campesinos: los abandona, expulsa, reprime, mata y condena a prisión. ¿Qué dirán los tres poderes del Gobierno paraguayo al visitarnos  Francisco?

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