viernes, 17 de abril de 2015

CAMPESINOS, INDÍGENAS Y MARGINADOS URBANOS EN LA VISITA DEL PAPA FRANCISCO A PARAGUAY


Se están preparando actos masivos de encuentro del Papa Francisco con nuestro pueblo que serán momentos muy gozosos y esperanzadores para todos. También se preparan actos más restringidos para grupos especiales de nuestra comunidad cristiana. Sin embargo, pensamos que los campesinos, los indígenas y los marginados urbanos, sectores empobrecidos y víctimas de sufrimientos e injusticias diarias, deben de estar presentes en la visita del Papa al Paraguay. Ellos son destinatarios privilegiados del amor y la preocupación de la Iglesia y deben ser agentes, protagonistas e interlocutores directos con el Papa en su permanencia entre nosotros.
Pedimos que en la visita del Papa Francisco:
Ø  Estos grupos vulnerables sean convocados directamente y tengan la oportunidad de contactar con el Papa y que él pueda tener momentos de encuentros directos con ellos;
Ø  Que el Papa mencione a estos tres grandes sectores empobrecidos y marginados de las riquezas de nuestro país, de manera que, millones de personas cristianas puedan solidarizarse con ellos y acompañarlos en su proceso de inclusión;
Ø  Que la presencia del Papa entre ellos sea para todos los paraguayos y especialmente para sus gobernantes la voz de nuestra Iglesia Católica que se compromete en la superación de las injusticias que sufren.
Nuestro país, de profundas tradiciones cristianas, de inmensas posibilidades por sus riquezas naturales, país con una población eminentemente joven, es también una nación signada por la injusticia, la discriminación y la pobreza. Vivimos largos años de dictadura corrupta y de débil democracia; el bien común es aún una deuda pendiente de los gobernantes, y en ese contexto la jerarquía de la iglesia católica no logró dar mensajes firmes en favor de  los grupos más vulnerables, de sus reivindicaciones de dignidad y respeto a sus derechos.
Desde Aparecida (2007) los obispos de América Latina  exhortan a dar una mirada más comprometida con estos grupos
“La Iglesia está convocada a ser abogada de la justicia y defensora de los pobres ante intolerables desigualdades sociales y económicas que claman al cielo” (395).
“Sólo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres de hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe. La opción por los pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres” (398)
 Consideramos que seremos fieles a estos mandatos si durante su visita, el papa Francisco, gran autoridad moral y líder comprometido con los más pobres, dirige su mensaje de aliento y esperanzas a los grupos más vulnerables de nuestro Paraguay: los indígenas, campesinos y  los marginados urbanos.
Hoy las comunidades indígenas viven como en guetos: o los accesos a sus comunidades, rodeadas de estancias, están bloqueadas de diversas formas o las mismas viven como islas en un mar de soja con el aire, agua y suelo envenenados por los agrotóxicos. Muchas causas obligan a las familias indígenas a abandonar su territorio ancestral y dirigirse a las ciudades en donde no son bienvenidos. Los primeros habitantes de las tierras de Paraguay viven hoy como extranjeros  in-deseados en su propia tierra. Cada día son más los indígenas que vagan por nuestras ciudades perdiendo su identidad, sin atención y respeto a sus derechos y convirtiéndose en los más pobres y discriminados de la sociedad. Los indígenas tienen hoy un promedio de 3 años de educación escolar, frente a  los 12 años que se recomienda para tener mayor posibilidad de acceder a condiciones de vida aceptables.
Somos una nación bendecida por Dios con riquezas incalculables. Poseemos tierras fértiles, agua en abundancia, energía limpia y abundante. Podemos producir alimentos suficientes y sobrantes para compartir con otras naciones. Sin embargo seguimos  privando a miles de compatriotas de tierras suficientes para subsistir dignamente a la vez que somos testigos de la degradación constante de nuestros recursos naturales.


La distribución de la tierra en Paraguay es de las más desiguales e inequitativas del mundo. El 80% de la tierra fértil está en manos de 2% de la población.  En los últimos años la deforestación y acumulación de tierras dedicadas al cultivo intensivo de soja y a la ganadería, juntamente con una política social ausente del campo, cuando no contraria a los campesinos, ha hecho muy difícil la permanencia de los mismos en sus tierras y comunidades originales. El campo paraguayo está quedándose aceleradamente sin jóvenes y sin niños. No solamente sufren la pobreza y la expulsión de hecho de sus tierras sino que están siendo objeto de una sistemática y cruel persecución.  Desde la nueva democracia de 1989  fueron asesinados en su casa o camino -casi siempre de noche-  139 líderes campesinos por haber denunciado injusticias y desigualdades hirientes. Hasta hoy esos crímenes continúan impunes. Uno de estos casos, el más traumático y dolorosos de los últimos tiempos,  fue la tragedia ocurrida el 15 de junio del  2012 en una ocupación campesina de terrenos del Estado que estaba siendo reclamada desde hacía años por las vías legales y que dejó como saldo 17 paraguayos muertos, (11 campesinos y 6 policías)  y un gobierno desalojado del poder. Fue el caso de Curuguaty, paradigmático y exponente de la larga lucha campesina por justicia, tierra, asistencia técnica y por una reforma agraria en serio. La “justicia” continúa sin esclarecer las verdaderas causas y responsables de esta masacre. 14 campesinos, hombres y mujeres (incluyendo menores de edad), soportan hasta hoy un proceso penal, plagado de irregularidades  denunciadas  en forma pública, que se constituye en un símbolo de la discriminación de los pobres por el sistema judicial.
Fruto en gran parte de esta situación campesina es la marginalidad urbana, cada día más numerosa que, en el caso de Asunción, ocupa terrenos inundables en condiciones de pobreza extrema, con falta de salud, educación, salud, vivienda y trabajo formal; es un sector discriminado y víctima de la droga y la violencia.  Al contrario de la población campesina, es una población eminentemente joven. De continuar las actuales políticas seguirá aumentando y las consecuencias en los niños, jóvenes y familias ya son desoladoras. En el caso de los Bañados de Asunción, están en la actualidad amenazados de ser expulsados de una tierra que han conquistado al río y que se pretende destinar al negocio inmobiliario y a actividades de alta rentabilidad sin contemplar la inclusión social y el respeto de los derechos básicos de los más pobres que, después de ser expulsados de sus tierras, del trabajo formal, de los servicios de salud y sanitarios básicos hoy están a punto de ser expulsados también de las tierras de los bañados.
Indígenas, campesinos y marginados urbanos son los más pobres de Paraguay desde largo tiempo empobrecidos, discriminados y manipulados por intereses  económicos y políticos sin apenas sentido de la justicia y el respeto a las personas. Desde el fin de la dictadura se están organizando y constituyendo en protagonistas de su historia. Exigen justicia, y ellos trabajan por conseguirla para todos a partir de sus organizaciones cada día más fortalecidas y eficientes. No pueden ser una vez más ignorados, olvidados ni mucho menos ocultados por la Iglesia, el Gobierno o por la ciudadanía.
Sabemos que estos grupos y cada persona pobre que los integran tienen una atención privilegiada del papa Francisco por lo que nos parece imprescindible el encuentro del Papa con ellos durante su visita a nuestro país.


(Escrito por un grupo variado de personas en tres reuniones. Lo envía P. Oliva)

No hay comentarios:

Publicar un comentario