viernes, 27 de febrero de 2015

SEGUNDA CARTA A UN TAXISTA



Nada hay humano en el mundo que me sea ajeno. Así terminaba la carta a un amigo taxista donde denunciaba que no recibieran aguinaldo, que no tenían IPS ni jubilación.
Profundizando el tema  he encontrado que la denuncia debiera de ser mayor.
El taxista asunceno no tiene vacaciones. Trabaja 24 horas seguidas (dos jornadas de 12 horas) y tiene  un día para dormir lo que sería dos noches. Esa no es una vida humana.
Hace un mes clavaron de noche y robaron a un taxista casi 800.000 guaraníes. El dueño del taxi le exigió que le pagara los 800.000 y el taxista tuvo que ir a curarse la herida a su costo y se llevó esos días sin ganar nada en casa por la herida. ¿De qué comió él y su familia? En este  caso  sé de la solidaridad de sus  otros compañeros taxistas.
 Cuando un  taxi va al taller, ese día o días, el chofer no cobra porque no trabaja. ¿Come?
Si tiene gripe o dengue, ¿quién no los tiene alguna vez al año, o trabaja enfermo o no trabaja y no cobra. ¿Come?
Las  ganancias diarias se reparten 60% para el dueño del taxi y 40% para el taxista. Algunos pocos le dan 50%.
Todo taxi tiene un seguro de accidente que cubre solamente a los cuatro pasajeros, lo máximo que puede llevar. Pero, no cubre al taxista. Después del accidente los pasajeros van a un sanatorio. ¿El taxista? ¿Quién paga los gastos? ¿De qué come?
 “Si no está conforme que se vaya, hay cola de desempleados”.
Y para colmo,  en  la organización de este gremio y sus condiciones entran la politiquería.
He presentado un caso injusto que necesita solución. En ella tienen que entrar todos, los taxistas, los dueños de los vehículos, el Ministerio de Trabajo. Y tiene que quedar fuera cualquier prepotencia. Venga de donde venga.

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