martes, 11 de noviembre de 2014

HACE NOVENTA Y SEIS AÑOS


Un día como hoy, 11 de  noviembre de 1918, en un  vagón de ferrocarril estacionado en Francia, emisarios alemanes ponían su firma en el documento de rendición que les presentaba el mariscal Foch. A las 11 horas cesaban todas las hostilidades  de la Primera Guerra Mundial.
Dejaba detrás  nueve millones de soldados muertos en acción militar, además de  21 millones  heridos, muchos de los cuales quedaron mutilados para toda su  vida.
950.000 civiles murieron en acciones  de los militares (bombardeos etc.…)  y más de cinco millones perecieron de hambre o de las enfermedades con motivo de la guerra.
En el sentido político desaparecieron dos  imperios, el austro húngaro y el otomano. Un año después Alemania firmaba el  Tratado de Versalles. Este Tratado fue demasiado  duro con los vencidos por lo que en el 1939, como reivindicación, estalla la Segunda Guerra Mundial.
Es interesante estudiar  la manipulación que hubo sobre los pueblos d e las diversas naciones en este conflicto. La urgencia ante posibles ataques y motivaciones que  nunca se dijeron públicamente enardecieron nacionalismos al margen de toda  racionalidad y a los que la misma realidad de  esta tragedia humana hizo entrar en razón, pero después de muchos sufrimientos.
Hoy recuerdo esta guerra porque algunas veces se exacerban sentimientos hostiles de unas naciones con otras, que no existen entre esos pueblos, pero que benefician  al poder de sus gobernantes. Y se acercan a  la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial sin caer en la cuenta de lo que eso significaría de dolor y de pérdida de vidas humanas.
Recordando este tema siento con pena cómo se abusa de los diversos pueblos y  se nos maneja como marionetas.
Me dijeron que en este tiempo hay más de 35 conflictos guerreros en otros tantos lugares del planeta. Si fuera verdad, comprendo que la venta de armas sea el  negocio más lucrativo en el mundo.


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