Nos lo relató la líder ache Alba Eiragi
en un programa de radio Fe y Alegría 1300 AM. Y emocionó
a muchos de los oyentes.
Los ache fueron diezmados y los
sobrevivientes jóvenes vendidos como esclavos a estancieros. Denuncia hecha con
nombres y apellidos de políticos de entonces que sacaron mano de obra regalada
de aquella matanza. Contaba Alba que su propio padre fue vendido cinco veces. Y
años después los sobrevivientes fueron llevados a una especie de
campo de concentración, donde otro desalmado político del partido los vejó a su
antojo.
Todo esto fue denunciado en el año 1974
por Bartomeu Meliá y un grupo de
antropólogos extranjeros.
Por la presión internacional, el
dictador respondió a una de las entidades de los EE.UU. diciendo que todas las
acusaciones eran falsas y fruto de un complot contra el Paraguay donde se
vivía en Paz y Progreso. Las clásicas palabras mentirosas que suelen decir los
que están en el poder, más todavía en una dictadura, cuando son cuestionados.
La dictadura nada hizo y tampoco los
otros gobiernos colorados que la siguieron.
Actualmente se ha formado el grupo KUAA
REKO con indígenas ache y personas de todas las clases sociales para
seguir investigando este genocidio y lograr no sólo de los mil y
pico ache que todavía quedan de esta parcialidad, sino para darles la
compensación que se merecen los descendientes de los que murieron en el genocidio.
Escribo, para terminar,
algunos párrafos de la Constitución Nacional, parte Primera título II, capítulo
V, sobre los Pueblo Indígenas. Ojalá los cumpliéramos.
“Los Pueblos indígenas tienen derecho a
la propiedad comunitaria de la tierra, en extensión y calidad suficientes para
la conservación y desarrollo de sus formas peculiares de vida.
El Estado les proveerá gratuitamente de
esas tierras las cuales serán inembargables, indivisibles,
intransferibles, imprescriptibles… ni ser arrendadas, estarán exentas de
tributos”.
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