miércoles, 26 de febrero de 2014

EN HONOR DE LA MUJER PARAGUAYA



El Papa Francisco se adelantó a todos con aquellas palabras suyas tan claras, tan emotivas e históricamente tan ciertas, en honor de  las residentas paraguayas de la guerra grande.
Ante el  mundo entero presentó la injusticia terrible de aquella contienda en la que se masacró, en beneficio del imperio británico  a un Pueblo que iba a la cabeza de la América Latina, por el sólo hecho de querer vivir libre. Alabó el heroísmo de sus mujeres y propuso que el Premio Nobel fuera concedido a ellas.
En el Día de la Mujer Paraguaya, repito sus palabras y deseo  reflexionar sobre este  tema.
Vivimos tiempos difíciles. Tiempos en los que  la economía y la política, el poder, están mayoritariamente en manos de hombres que, en los últimos tiempos, no hemos sabido conducir al Paraguay.
Somos un país inmensamente rico en territorio, en energía, en agua, en tierra, en independencia  alimentaria y, sobre todo, en juventud.
Sin embargo, nos arrastramos en la cola de nuestro continente y ahora nos ofrecen a la venta del mejor  postor. Las autoridades han perdido el rumbo, engañándonos con un  nuevo rumbo que no existe. No queremos ser comprados como desecho y exigimos que se pongan límites a los que nos van invadiendo nuestra soberanía.
Es hora ya de hace un párate y de realizar un Cambio radical. Es tiempo de unirnos todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Y, sobre todo, de que la mujer paraguaya heredera de las residentas de la guerra grande asuma su papel de salvadora de la Patria.
Otra vez en la Historia es su hora. Esta vez barriendo la podredumbre y asumiendo su autoridad renovadora.
Pedimos a la mujer de hoy que, en estos momentos,  influyan decisivamente en la Jornada del 26 de marzo. Esta jornada no tiene dueño, es el Pueblo, pero ellas pueden romper las barreras que nosotros ponemos.

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