miércoles, 29 de enero de 2014

FIRMEZA, SABIDURÍA, HONESTIDAD Y CREDIBILIDAD.

 
Echamos de menos por lo general en los políticos que ejercen un cargo una serie de valores que, ciertamente y salvo pocas excepciones, no existen.

Esto nos preocupa a muchos. En todas las naciones. Y, por supuesto y es lo que más nos interesa, también en el Paraguay.


Ante todo queremos en una autoridad la virtud de la firmeza. Lo cual no significa, ni mucho menos, autoritarismo, sino que sepa tener autoridad. Alguien firme. Con carácter en lo que decide. Consecuente en que lo que exige a los demás, él ya lo lleva realizado. Los gobernantes autoritarios suelen ser caprichosos y engreídos dictadores. Degenerados en el poder que acaban siempre siendo una piltrafa. El gobernante firme infunde respeto y es querido porque da seguridad a su Pueblo.


Esta firmeza debe de ir acompañada siempre de la sabiduría. En unos es como innata. En otros se adquiere, pero siempre tiene que ir creciendo. Lo da la verdadera universidad y la formación permanente. Sobre todo la rica experiencia de años vividos en plenitud.


Hasta aquí, con dificultad llegan algunos muy pocos, pero que muy pocos, de nuestros gobernantes. Pero, inclusive, estos pocos, pero que muy pocos, se suelen quedar en ninguna por la falta del tercer valor de la honestidad.


Hablo de la HONESTIDAD con mayúsculas, esa ave exótica, por lo rara que es en el Paraguay en su clase política. Todo poder suele corromper, pero un poder grande corrompe del todo.


Y queda la última cualidad y valor de todo gobernante. La más difícil, porque presupone las tres anteriores. Es la credibilidad. Ella nos hace confiar con seguridad en las personas que teniendo firmeza, sabiduría y honestidad, se han comprometido en servir a sus compatriotas. Y son consecuentes con eso. Y el Pueblo los reconoce como tales. 


Pero, ¡cómo nos falta!. ¿Nos ponemos a buscarla a ver si encontramos a tres que la tengan?.

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