viernes, 29 de abril de 2011

UNA HOMILIA DIFÍCIL PARA TIEMPOS DIFÍCILES



Una importante Central Obrera me ha pedido les diga mañana una eucaristía a las 8 en Cristo Rey, antes de iniciar la manifestación. Agradezco este honor y deseo poner la víspera el tema de la homilía., que no va ser fácil de aceptar por todos.

Estamos viviendo unos momentos decisivos y no podemos quedarnos cortos.

No tenemos un CONTRATO SOCIAL en el Paraguay digno de ese nombre. No existe ningún Plan para el país dentro de diez años. No tenemos un Pueblo con la libertad necesaria para rechazar las palabras de atontamiento de políticos. El sindicalismo está dividido. No tenemos ni el deseo ni el compromiso suficiente para presionar a los amos del Paraguay a que comprendan que todos vamos en el mismo barco y que este se está hundiendo para mal de todos.



Pelear solamente por la subida del salario mínimo es favorecer más a los 300.000 que mejor están (desgraciadamente para la clase trabajadora el mínimo es el máximo) y hundir más a los tres millones de ciudadanos que ya están hundidos.

Hace casi dos siglos alguien ya lo dijo: los cambios revolucionarios lo van a hacer los que tengan la conciencia más despierta para comprender toda la realidad y que al mismo tiempo están tan mal que no tengan nada de perder, porque ya hace años que perdieron todo.

Ahora ya no se trata de mejorar derechos sino de profundizar en las causas por las que Paraguay está hundido y jugárnoslo para hacerlas desaparecer. Sólo así amanecerá para todos.

2 comentarios:

  1. ¡Dios le ayude en la ardua tarea de ayudar a sus compatriotas despertándolos!

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  2. Pues que ha sido un honor conocerlo a través de este blog. Me ha dado su nombre su primo Vicente, participo en su blog. He leído su biografía y despertó gran admiración en mí. Como ex presa politica de Argentina, le saludo con mi mayor respeto y seguiré leyendo sus lúcidas palabras, aprendiendo, pues poco conozco de Paraguay. Padre, que suerte que haya seres humanos como Ud., con tanta garra, tesón, constancia para la lucha (si se puede llamar así, creo que sí) y coherencia entre sus convicciones y sus obras. Ana

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