lunes, 6 de septiembre de 2010

IGLESIA PEREGRINA, POBRE Y SERVIDORA

En este comienzo del tercer milenio muchas son las cosas que como Iglesia hemos de cambiar para poder dar la buena noticia de Jesús a nuestros hermanos contemporáneos.

La misión cumplida nos ha atado a costumbres, ideas y clases sociales que cuidaron y regalaron a la Iglesia que los había acompañado desde bien bajo. Ahora comienza una época muy distinta de la anterior y los bienes que dieron sus hijos a su Iglesia nos hacen mirar demasiado a un pasado.

Y ha llegado la hora de sentirnos peregrinos y de comenzar de nuevo desde dentro del Pueblo. Y esto significa muchas cosas.


Ante todo un despojo de la riqueza y la dedicación generosa de los bienes, que nos lleguen, allí donde más se necesitan y ya no son los grandes templos o catedrales. Un peregrino lleva lo justo para sí, para servir mejor a los otros.

Y simultáneamente, pasar d e una Iglesia grande, poderosa, autoritaria, que se considera poseedora de la Verdad a humildes comunidades, que sufren y gozan las vicisitudes de Pueblos en cuyo interior viven. “De una Iglesia que, a veces, sólo parece enseñar , predicar y condenar, a una Iglesia que acoge, escucha y acompaña” (J.A.Pagola)

Finalmente estar convencidos de que el Reino de Dios supera los límites de la Iglesia. Y algo más, “La Iglesia o es de estos tiempos o no es”.

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