El año 1968 fue un año de despertar de los jóvenes en muchas naciones. En Paris, los que proclamaron “La imaginación al poder” hicieron temblar a los políticos de entonces.
México aquel año también estuvo presente. Aunque lamentablemente lo que más ha quedado ha sido la memoria histórica de la terrible represión que sufrió la juventud.
Era el 2 de octubre de 1968. Lugar, la plaza de las Tres Culturas, así llamada por las ruinas aztecas, la hermosa iglesia colonial y un moderno edificio todo de cristal. Aquel día la plaza se fue llenando de estudiantes que coreaban consignas, cantaban, bailaban, mostraban pasacalles y ondeaban banderas mexicanas. “No estamos todos, faltan los presos”, “Queremos democracia”, Queremos escuelas, no balas”.
A media mañana aparecieron dos helicópteros. Aquello fue la señal. De pronto la plaza de las Tres Culturas se llenó de soldados y policías que desde todos los rincones disparaban a mansalva contra los jóvenes. Nadie supo nunca el número exacto de los muertos, ni a donde fueron a parar los cuerpos que desparecieron. Varios centenares fueron detenidos y torturados.
Han pasado los años y nadie ha sido condenado por la masacre. El Ministro del interior de entonces y ex presidente, Luis Echevarría condenado a arresto domiciliario, luego puesto en libertad. La acusación era de genocidio.
México aquel año también estuvo presente. Aunque lamentablemente lo que más ha quedado ha sido la memoria histórica de la terrible represión que sufrió la juventud.
Era el 2 de octubre de 1968. Lugar, la plaza de las Tres Culturas, así llamada por las ruinas aztecas, la hermosa iglesia colonial y un moderno edificio todo de cristal. Aquel día la plaza se fue llenando de estudiantes que coreaban consignas, cantaban, bailaban, mostraban pasacalles y ondeaban banderas mexicanas. “No estamos todos, faltan los presos”, “Queremos democracia”, Queremos escuelas, no balas”.
A media mañana aparecieron dos helicópteros. Aquello fue la señal. De pronto la plaza de las Tres Culturas se llenó de soldados y policías que desde todos los rincones disparaban a mansalva contra los jóvenes. Nadie supo nunca el número exacto de los muertos, ni a donde fueron a parar los cuerpos que desparecieron. Varios centenares fueron detenidos y torturados.
Han pasado los años y nadie ha sido condenado por la masacre. El Ministro del interior de entonces y ex presidente, Luis Echevarría condenado a arresto domiciliario, luego puesto en libertad. La acusación era de genocidio.
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