lunes, 24 de agosto de 2009

NOS SECUESTRARON LA FELICIDAD DE DIOS


Un dicho popular dice “Todo lo que está bueno, o es pecado o engorda”. En una enciclopedia teológica alemana de 36 gruesos volúmenes, felicidad y alegría no aparecen como entrada. Y, si todavía lo duda, escuche las canciones y sermones de algunas celebraciones. Pareciera que lo que más nos agrada a nosotros, fuera ajeno a Dios.

Cuando se habla de felicidad, la mandamos a la otra vida, o la empleamos en sentido moral o la espiritualizamos.


Sin embargo 50 veces sale en el Nuevo Testamento el término “makarios”. Entonces expresaba “la embriagadora dicha que gozan los dioses o los humanos que disfrutan de extraordinaria felicidad”.

¿Por qué esta orfandad en la vida de fe de algo tan esencial como es la felicidad?.

Elijo una de las respuestas. Hemos convertido demasiado la fe como algo que debe de dar seguridad cuando no la hay en la pobreza, guerra o desgracias. Y, cuando estos males están superados, la olvidamos como ingrediente de felicidad para la vida.

Eso significa que vivimos una fe tapa-agujeros y no una fe sentido profundo para la vida, que por serlo esté preñada de felicidad , esperanza y alegría.

Personalmente y gracias a teólogos como J. M. Castillo, en muchas ocasiones mi saludo de sacerdote es preguntar “¿Eres feliz?”. Y me siento más cercano a Dios cuando responden que sí.

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